Caracalla
Caracalla

Nacido como Lucius Septimius Bassianus (Lugdunum, actual Lyon, 188 - inmediaciones de Edesa, 217), fue un emperador romano (211-217) de la dinastía de los Severos, que gobernó con el nombre oficial de Marcus Aurelius Severus Antoninus Augustus. El sobrenombre de Caracalla hace referencia a una capa larga de origen galo, cuyo uso introdujo en Roma y aunque él nunca lo utilizó, es por dicho sobrenombre por el que se le conoce históricamente.

Era hijo del entonces gobernador de la provincia de la Gallia Lugdunensis y futuro emperador Septimo Severo (193-211) y de la siria Julia Domna. Tras la toma del poder por su padre y con solo siete años de edad, es nombrado César y por lo tanto sucesor; entonces su padre ordenó el cambio de su nombre de nacimiento, Lucio Septimo Bassiano, por el de Marco Aurelio Antonino, en otro intento de legitimación al entroncarse ficticiamente con la prestigiosa dinastía anterior. En 198, con la victoria de su padre en Oriente, es nombrado "Augusto" y, por ende, formalmente co-emperador, nombrando simultáneamente César a su hermano Publio Septimio Geta, que se incorpora en el año 209 como tercer co-emperador.

 

Para fortalecer y a la vez a su futura dinastía, en el año 202 Septimio Severo casó a Caracalla, en contra de su voluntad, con Fulvia Plautilla, hija del prefecto de los pretonianos Fluvio Plautiano.

 

Caracalla y Geta


Las relaciones de Caracalla con su hermano Geta no eran buenas. Hubo una constante rivalidad entre ambos que se agravó con la muerte de su padre y la herencia compartida del trono el 4 de febrero de 211. El enfrentamiento culminó en el asesinato de Geta por parte de Caracalla en Roma en diciembre de 211; aquél murió en los brazos de su madre.
Hay varios motivos para este asesinato. Algunos historiadores suponen celos y ansia de poder. Otros apuntan a que Caracalla se adelantó de esta manera a un levantamiento de Geta con sus partidarios. En esta dirección apunta también el hecho de que, luego de la muerte de Geta, fueron ejecutados también unos 20.000 testigos de su implicación en el asesinato. Tras la muerte de su hermano, Caracalla abandonó Roma para embarcarse en campañas militares y no volvió a la ciudad hasta su muerte en 217.

 

Guerras de Caracalla

 

Tras salir de Roma, donde la población le odiaba tras las ejecuciones masivas, Caracalla emprendió un viaje a Germania. En esta época empezó a confraternizar con sus legionarios, abandonó todo lujo. Según algunas fuentes incluso molía su propio trigo. Lideró varias campañas exitosas contra las tribus germánicas, aunque hay rumores de que las victorias se debían sobre todo a pagos cuantiosos a sus adversarios. Al menos consiguió una relativa calma en las fronteras norteñas del Imperio que perduró hasta el reinado de Alejandro Severo.

Después de esta pacificación de las fronteras del norte, comenzó sus campañas en el Este. En Grecia desarrolló una intensa admiración por Alejandro Magno y comenzó a imitarle. En mayo de 215, levantó su campamento en Alejandría y visitó la tumba de su ídolo.

Sin embargo, su estancia tuvo un final trágico. Tras la propagación de una sátira del asesinato de Geta de que había sido ejecutado presuntamente en defensa propia, los legionarios de Caracalla devastaron la ciudad y asesinaron a miles de ciudadanos inocentes. Este hecho impulsó de nuevo el odio contra el emperador.
Después, preparó una campaña contra los partos y, en provecho de una guerra civil en Partia, consiguió una victoria en este frente. Sin embargo, el odio hacia él, había fomentado una conspiración en su propio Ejército con el prefecto de los pretorianos, Macrino como cabeza. Caracalla fue asesinado en su marcha hacia la ciudad mesopotámica de Carrhae por el conspirador lulius Martialis; pero el asesino no pudo huir y murió a su vez por el lanzamiento de una jabalina. Macrino usurpó el trono imperial por un breve tiempo (217-218). En seguida sería restaurada la dinastía de los Severos al elevar el Ejército al sobrino de Caracalla Heliogábalo (218-222).

 

Logros de Caracalla


El legado más importante de su mandato fue el llamado Edicto de Caracalla o Constitutio Antoniana (212), por el cual se extendía la ciudadanía romana a todos los habitantes libres de las provincias. Dicha medida, aconsejaba por el deseo de acrecentar la unidad política del Imperio y de elevar los ingresos fiscales, dio un gran impulso a la romanización, al dejar al margen de la ciudadanía sólo a las poblaciones rurales y a los bárbaros instalados en las fronteras.
Según una inscripción encontraba en Legio (actual ciudad de León, España), durante el mandato de Caracalla se creó una provincia en el territorio de la Hispania Citerior de duración efímera, llamada Hispania Nova Citerior Antoniana.
En Roma, Caracalla impulsó importantes construcciones, como las termas que llevan su nombre.

 

Termas de Caracalla
Termas de Caracalla